Carta a Gabilondo
Sr. I. Gabilondo Vigo.30-6-2005.
Distinguido Sr.:
Aunque mis comunicaciones anteriores (algunas muy críticas y algo irritadas) no merecieron por su parte respuesta alguna a este ocasional colaborador (en la TV de Madrid durante la 1ª “guerra del Golfo), me decido hoy a escribirle por un asunto que estimo grave y que, para que la información mejorase en nuestro país, necesitaría de su atención. Me refiero a su difusión del “pensamiento único” en economía, que transmiten sus expertos, Srs. de Guindos y Ontiveros. Tiene cada economista derecho a sus propias opiniones; ¡faltaría más!, pero lo que es lamentable es que se presente a una sola escuela de pensamiento como única y canónica. De ello es Vd., como a la noche su compañero Sr. Llamas, responsable. No debería Vd. tumbarse en los laureles que, según el índice de audiencia, le otorga la rival cadena COPE regida por un personajillo que he calificado públicamente de esquizofrénico resentido y cuyo nombre debería de permanecer alojado en alguna papelera de reciclaje. No, el asunto es más serio y para ello quiero sustanciar ciertos temas, aunque me temo no los ignore totalmente, por ser bastante obvios. Ahí van:
Los Srs. “expertos” son buenos fieles de un pensamiento ultraliberal, (aplicados discípulos de Hayek y Friedman) y partidarios acérrimos de un hipostasiado mercado cuyos pequeños desajustes son corregibles y conducirán, a la larga a un desarrollo universal y global que nos conducirá hacia una asintótica felicidad en la igualdad (de oportunidades), y a la libertad de una democracia “fukuyamesca”, dentro de una naturaleza reconciliada con un eternamente perfectible sistema. Apoyados por todo un aparato institucional universitario, ideológicamente y económicamente tributario de la “escuela dominante” en el “Imperio USA” , se nos quiere hacer creer que se nos dispensa un pensamiento científico, que por ser científico, es único. En una reciente conferencia nuestro común admirado Steiner se asombraba de que Marx se ignorase (entre los sociólogos y economistas) de nuestro Reino de las Españas; algo así como si en alguna escuela de psicología no se hablase de Freud. Sus expertos han seguido, como Brus y Laski, un camino de Marx al mercado, pero olvidando convenientemente el primer término del camino. No, Sr. Gabilondo y “sus” expertos, todo esto no es cierto. Para quien quiera saberlo ya en un alejado año 1991 Mair y Millar nos informaban en su libro: “A modern guide to economic thought” (Edward Elgar) de la existencia de, creo, siete escuelas de pensamiento económico. El olvidar las otras es un ejercicio de engaño, arrogancia, o demostración de ignorancia ideológica, como K. R. Hoover nos hacía recientemente ver. Las ideas de “sus” expertos han sido impugnadas desde hace tiempo. Recordemos, en cita no exhaustiva, los viejos libros de R. Villareal: “La contrarrevolución monetarista” (Océano 1983), el libro relativamente reciente de A. E. y A. F. Calcagno: “El universo neoliberal”, (Alianza, Buenos Aires 1995), los libros de Bernard Guerrien, los de Dumenil, de Husson de Sachs, de Harriberri. etc. Todos ignorados por un silencio de “omertá” del que Vd., de algún modo, participa. Pero hay más, incluso dentro de los que no rechazan el modelo capitalista encontramos libros, como el reciente de Bruno Amable: Les cinq capitalisms” cuyo subtítulo se refiere a la diversidad de los sistemas económicos y sociales del capitalismo. Claro que Amable hoy, como ayer Michel Albert, están contaminados por la “ignorada” y franchute (pronunciar con desprecio aznarino) escuela regulacionista; ¡vade retro Sátana!. Todo esto no tiene importancia pues, como nos informó el Sr. De Guindos (el 28-6-2005): “el mercado es un sistema autorregulador que acaba subsanando los descarríos de los políticos”. ¡Oremus!. No olvidemos que Hayek aceptaba en alguno de sus últimos escritos que era necesaria una comunidad de valores, puesto que aquellos eran necesarios para que se derivasen las consecuencias favorables de los comportamientos “espontáneos”.
Permítame, Sr. Gabilondo que termine este largo mamotreto epistolar con una anécdota personal. Mientras escuchaba el 28 a “su” experto, leía un sólido semanario conservador británico: “The Economist”. En el primero de los artículos de la página 87 se comentaba como el costo del “capital” (prestamos hipotecarios) parecía tener una relación inversa con lo que temían algunos ser denominado “factor racista”, y que en realidad era sencillamente nivel de ingreso. Pues bien ese sistema de mercado causa mayor desigualdad y menor movilidad social entre los ciudadanos del Imperio. Ejemplo de la sabiduría del mercado es, para algunos expertos, que al realizar esta relación inversa con el ingreso ello revela la sabiduría de la percepción del “riesgo”, en cuya sociedad dicen algunos filósofos que vivimos. Sobre el diagrama que acompaña al segundo artículo retengo mi impaciencia a la espera de las luminosas elucubraciones que nos brindarán “sus” expertos.
Le saluda muy cordialmente, pero como decía el poeta, sin esperanza pero con convencimiento:
José Fernando Pérez Oya.
(J. F. Pérez Oya ha sido funcionario internacional experto economista de Naciones Unidas de 1989 a 1998, vive parcialmente retirado en Vigo, es B. A. M. A Oxon. Su ultimo puesto en la CEPE ha sido la de evaluar las políticas económicas de ciencia y tecnología a nivel pan-europeo, es miembro fundador de EAEPE, miembro de URPE, la asociación de economistas socialistas, etc.)
Sr Gabilondo:Después de escuchar hoy la cadena SER y de no haber NUNCA recibido por su parte el menor acuse de recibo me permito, sin esperanza pero con covencimiento (como decía un poeta), poner en su conocimiento el siguiente hecho, que como en muchos anteriores alimentará su papelera.
El que le escribe es (entre otras cosaa) B.A.; M.A. Oxon y ha servido durante 32 años la Comisión Económica para Europa de Naciones Unidas. Su última asignación allí fue la de ser responsable del análisis (a nivel pan-européo) de las políticas de Ciencia y Tecnología. Al resegrar en el año 1989 a España se dirigió a más de 10 (diez) Universidades proponiendoles un curso sobre Economía y Ciencia y Tecnología. No tuve- como en anteriores misivas a Vd- más que un sepulcral silencio por respuesta. Medite algo sobre eso.
Naturalmente no me han desanimado ni Vd. ni “su” Cadena y sigo en periódicos locales publicando mis reflexiones, la última está disponible (sobre las en EE.UU.) en www.igadi.org. No le aconsejo que la lea.
A pesar de todo se despide respetuosamente José F. Pérez Oya.
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA VISTA DESDE LOS OJOS DE UN NIÑO
He escuchado a mucha gente hablar sobre la Guerra Civil pero en
nuestra generación la gente oye hablar a personas que la conocen a través
de los libros y que generalmente cuando discuten se sirven de ella y la
utilizan como base para expresar opiniones políticas mucho más actuales.
Imaginé que elegir el testimonio oral me permitiría hacer un estudio
más original, de gente que hubiese vivido una experiencia directa.
Desgraciadamente tropecé con una dificultad en parte previsible; la gente
que participó en este acontecimiento histórico es ya muy anciana y es muy
difícil de encontrar. Pero también me tropecé con un obstáculo no previsto
que era el escaso interés que tuvieron los escasos testimonios a los que tuve
acceso que se basaban mucho en anécdotas personales disconexas y a veces
incoherentes.
Contándole lo que me había pasado a mi padre, éste se ofreció a
"sufrir" un interrogatorio por mi parte aunque me advirtió de que el
testimonio que él podía dar de la Guerra Civil era el de la visión de un niño,
pues él había nacido en el año 1931.
De todos modos algunos de los
recuerdos de este periodo que yo ya le había oído contar en el seno de la
familia o en reuniones con amigos derivan de las experiencias de mis
abuelos, ambos hoy muertos pero que vivieron experiencias interesantes
derivadas de la posición social de mi abuelo que ejercía la psiquiatra y era
Catedrático de Medicina en Salamanca ciudad que (junto con Burgos) fue
Residencia Oficial del que sería el lado triunfador en la Guerra Civil
Española.
Por: Lucila Pérez Suárez
CONTEXTO HISTÓRICO
El contexto histórico que sirve de transfondo a mi trabajo es el de la
Guerra Civil Española. Sobre el origen, la causa y el desarrollo de ésta se
han escrito y se siguen escribiendo miles de libros.
El análisis histórico está
profundamente impregnado por las posiciones políticas de los historiadores,
escritores o filósofos que se han sentido atraídos por este tema.
Haciendo una caricatura podríamos decir que las polaridades de
enfoque van desde la que fue oficial durante más de cuarenta años de "una
heroica lucha de las Fuerzas del Bien encarnadas en la figura del líder
providencial Francisco Franco que salvarían la Patria de las Fuerzas del Mal
encarnadas en la revolución, el ateísmo, la masonería y otras fuerzas
malévolas que habían logrado seducir con sus engaños a una parte del
inocente pueblo" hasta la contraria en la que "un heroico pueblo se vio
abocado a enfrentarse contra una conspiración de militares representantes
de las fuerzas sociales egoístas y opuestas a cualquier cambio modernizador
y apoyados por poderosas fuerzas exteriores militares de dos países;
Alemania e Italia dominados a la sazón por las nefastas ideologías del
nazismo y del fascismo".
La historia de España durante el siglo XX ha estado marcada por
quiebras y transiciones: de Monarquía a República, de Dictadura a
Democracia. En el plano de la política nuestra historia se ha caracterizado
por cambios radicales de sistemas, partidos, de valores y actitudes, de
formas de Estado y de regímenes. A nuestra generación le resulta difícil
imaginar el grado de inestabilidad y de tensión social que caracterizaba el
transfondo histórico en el que se apoya mi trabajo.
Durante aquel periodo
las tensiones sociales, los conflictos económicos y los contrapuestos valores
éticos y proyectos de vida social condujeron al terrible enfrentamiento de
la Guerra Civil Española.
Los hitos más relevantes y próximos que podemos marcar son los
siguientes:
En el año 1931 cae la Monarquía, muy desgastada por los problemas
coloniales, la agudización de las luchas sociales y el descrédito de la
dictadura del General Primo de Rivera y se instaura la República a
consecuencia de una amplísima derrota de los partidos monárquicos y
conservadores en las elecciones municipales de Abril de este año. Los
partidos republicanos no tenían un proyecto ni coherente ni uniforme con
respecto a un cambio político y social para el país oscilando entre aquellos
partidarios de un reformismo moderado y otros, como gran parte del PSOE
de la época, que pretendía rebasar los límites constitucionales de la
"Democracia burguesa" promulgada en la Constitución de 1931 para alcanzar
una "Dictadura del proletariado".
Dentro de las fuerzas de izquierda de la
época existía un grupo muy importante: el del anarquismo que no aceptaba
las reglas del juego parlamentario lo que complicaba más la labor del
Gobierno Republicano y cuestionaba su legitimidad.
Entre las fuerzas conservadoras existían también diferencias muy
importantes entre los que aceptaban el juego constitucional y aquellos que
conspiraban para reestablecer el viejo régimen monárquico ( intento de
Golpe de Estado del General Sanjurjo en 1932) ya sea por oponerse al
laicismo republicano, desde una ideología de nacional-catolicismo, ya sea por
verse impulsadas por fuerzas sociales que temían ciertas reformas socioeconómicas
impulsadas por la República, como podían ser la Reforma Agraria
o la concesión de niveles más elevados de autonomía política a varias
nacionalidades dentro del Estado (Euskadi, Cataluña y Galicia). Las tensiones
sociales y políticas consecuentes a la posición de dos bloques contrapuestos
con proyectos irreconciliables puede decirse hoy que fue la causa principal
de la Guerra Civil que estallando en el año 36 tuvo precedentes en revueltas
campesinas, revoluciones obreras (1934, Asturias) y enfrentamientos
armados entre grupos que conducían frecuentemente a asesinatos políticos
entre diferentes facciones (Teniente Castillo y Calvo Sotelo, en 1936).
TESTIMONIO ORAL
¡Papá! ¿Te importaría que te hiciese algunas preguntas sobre la
Guerra Civil Española?
No, no me importa, pero te advierto de que cuando se inició la Guerra
Civil yo sólo tenía cinco años y por lo tanto mis vivencias se hacían a través
de un prisma muy infantil, por así decirlo a través de los ojos de un niño,
aunque claro, algunos recuerdos inevitablemente se reestructuran o se
reinterpretan a través de lecturas que uno haya podido realizar o a través
de los esquemas interpretativos derivados del posterior contacto con otras
personas.
Muy bien papá, corta el rollo y dime: ¿Cuál es tu primer recuerdo
sobre la Guerra Civil?
Mira, recuerdo perfectamente que yo estaba con mis padres en
Lisboa, estábamos en un hotel muy lujoso que todavía existe en la Avenida
da Liberdade. Mi padre estaba allí porque "La Junta de Ampliación de
Estudios" del Ministerio de Educación de la República le había concedido una
beca para visitar os mejores centros de Europa de Medicina Legal, y uno de
ellos estaba allí. Recuerdo perfectamente que en el mismo hotel en que yo
me alojaba con mis padres estaban una serie de españoles que hoy
comprendo que eran terratenientes de Extremadura y Castilla autoexiliados
que llegaron muy contentos al lugar donde mis padres estaban merendando
agitando con entusiasmo un periódico cuya primera página estaba
constituida por una bandera, como la nuestra actual bicolor, y no tricolor
como la de la República y gritaban "¡La República va a caer!" "¡Lean, lean!"
"¡Miren, nuestra bandera!" "¡Léanlo aquí está escrito!". Sólo recuerdo que
entre los tramos rojos de la bandera y en su parte amarilla había un texto
que mi padre leyó con circunspección y, hoy me parece, que con evidente
temor. Recuerdo además que mis padres discutían sobre lo que habría que
hacer y de que, como después supe, mi padre decidió enviar un telegrama al
Rector de su Universidad, es decir a Don Miguel de Unamuno en Salamanca,
solicitándole instrucciones.
La respuesta que naturalmente en aquellos
momentos yo no leí era más o menos "Continúe usted donde está. Por ahora
no hace falta aquí, aunque es posible que en breve lo necesitemos." Quizás
esto pudiera interpretarse hoy como que dada la profesión médica de mi
padre como especialista en psiquiatría se iniciaba un periodo de
desequilibrio psíquico nacional. Recuerdo que a los pocos días volvimos a
Salamanca.
¿Tienes algún recuerdo anterior a la Guerra Civil que puedas de algún
modo relacionar con ella?
Si, recuerdo con claridad que me impresionaban las manifestaciones,
la gente portando pancartas, los cánticos y más que nada las antorchas de
las manifestaciones nocturnas. Ya sabes que hoy se cree que esto de las
manifestaciones nocturnas fue un invento de los nazis para aprovechar el
mayor grado de reconocida sugestibilidad de las masas durante la noche.
Esto no es del todo cierto, en aquella época, según yo recuerdo todas las
fuerzas sociales organizaban estos actos. Recuerdo claramente una vez que
a Salamanca vino el líder obrero del PSOE Largo Caballero, las antorchas,
los cánticos y las persianas y contraventanas que se cerraban en las
viviendas de las casas de la burguesía, como en la que yo vivía. Yo intuía en
esto un elemento de confrontación muy diferente al miedo que también me
producía en aquella época las fiestas del Carnaval.
¿Cuáles son tus recuerdos al llegar a Salamanca?
Mis primeros recuerdos son los de un cambio en las actitudes y en las
conversaciones que se llevaban a cabo en el ámbito familiar. Todo estaba
dictado por el miedo, algunas cosas se decían en voz baja, procurando que
nadie las oyese.
En el caso de mi familia era muy claro que estas actitudes
estaban determinadas por el posicionamiento político de mi padre, que
durante un tiempo había sido militante del PSOE aunque providencialmente
se había alejado públicamente del partido debido al sesgo anticonstitucional
tomado por este recientemente. Mi familia estaba además muy marcada
porque mi bisabuelo, por parte de padre, era amigo del fundador del PSOE
Pablo Iglesias y otros miembros de la familia eran de ideologías que hoy
llamaríamos progresistas e incluso anticlericales y filo-anárquicos. Un
hermano de mi bisabuelo había fundado las primeras escuelas laicas del
Principado de Asturias, litigando largamente con el Gobierno de la
Monarquía para poder establecerlas.
¿Tienes algún recuerdo en concreto más traumático?
Muchos hijita, aunque de su trascendencia sólo mucho más tarde me
di cuenta. Voy a darte varios ejemplos:
A los pocos días de llegar a Salamanca mi padre dejó de dormir en
casa. Sucedió que algunos amigos le avisaron de que dos discípulos suyos en
la Universidad a los que él había suspendido habían dicho públicamente que
vendrían a "pasearlo". Mi padre había estudiado Bachillerato en un colegio
religioso (Frailes Agustinos) en Tapia de Casariego (Asturias) y a pesar de la
distancia ideológica entre su familia y la Iglesia había siempre mantenido
una muy cordial relación con sus maestros. Enterado que fue uno de ellos
(cuyo nombre aún recuerdo el Padre Atilano) del peligro corrido por mi
padre, se presentó en casa, se lo llevó al convento y le dijo que tenía que
quedarse allí todas las noches, y que si necesario fuera se tendría que poner
un hábito talar. El peligro parecía recrudecerse y yo recuerdo
perfectamente que mi madre y yo fuimos un día, llevados por nuestro chofer
(así mimaba la República a sus intelectuales) a visitar a mi padre al convento.
Allí estaba entre otros monjes. Esto no duró mucho, quizás una semana o
diez días, después mi padre regresó a casa y se dio la circunstancia de que
fue requerido por miembros del Gobierno Nacional, que residía en
Salamanca, para atender como psiquiatra al General Millán Astray, fundador
de la Legión Extranjera, lo que parecía ofrecer cierta garantía para la
seguridad personal de mi padre. Sobre este episodio podría contarte
algunas anécdotas cómicas si nos da tiempo a ello.
El segundo ejemplo muy relacionado con el anterior se produjo tiempo
más tarde. Una noche, muy tarde, empezaron a llamar a nuestra puerta
varios milicianos falangistas golpeándola con las culatas de sus fusiles.
Recuerdo a mi madre lívida, asustada pero valiente, yendo a la puerta para
abrir. Los golpes fueron tan fuertes que a mi me despertaron. La cosa quedó
en un susto, los falangistas venían a solicitar de mi padre ayuda pues habían
sufrido unas quemaduras de iperita (un gas de guerra desarrollado por los
alemanes durante la guerra de 1914-1918 que produce quemaduras en los
tejidos orgánicos) y mi padre junto con un catedrático de química orgánica
(El Profesor Ignacio Ribas Marqués) había elaborado una pomada especial
para cuidar este tipo de lesiones, indudablemente para precaverse contra
posibles persecuciones.
El tercer ejemplo no estaba relacionado con ningún miembro de
nuestra familia, pero lo viví muy intensamente. Era costumbre en mi casa
que yo acompañase a la chica de servicio a comprar los churros que
tomábamos siempre al desayuno. El churrero tenía una pequeña caseta en el
patio interior de un edificio situado al frente de nuestra casa, era un
hombre muy cordial y que siempre me regalaba un churro especial de doble
tamaño a los otros en forma de un gran ocho. Salamanca sufrió mientras
nosotros vivimos allí diecisiete bombardeos de la aviación republicana. En
uno de ellos, buscando el Cuartel General de Franco, no muy alejado de
nuestra casa, dejaron caer una bomba de cien kilos (que entonces nos
parecía casi como una bomba atómica) sobre el edificio de enfrente a
nuestra casa. Como consecuencia murieron diecisiete personas, hubo muchos
heridos, y mi amigo el churrero fue una de las víctimas. Pero ya te digo, el
ambiente entre la gente catalogada como de izquierda era de pánico, y yo
recuerdo el disgusto profundo de mi padre cuando el Catedrático de
Ginecología de su Facultad y amigo de la casa Don Casto Prieto Carrasco
apareció asesinado en una cuneta. Este y otros asesinatos fueron muy
determinantes del radical cambio de actitud asumido por el Rector Unamuno
que el día doce de Octubre de 1936 (Día que se llamaba entonces "Fiesta de
la raza") denunció públicamente estos crímenes en un acto que ha sido
consignado en múltiples fuentes históricas, no siempre con mucha exactitud,
y de la que yo guardo testimonio muy preciso a través de mis padres.
¿Y en qué crees tu que el célebre discurso de Unamuno no se
corresponde con lo que recogen algunos historiadores?
Hija mía, tu padre es a veces un poco vago y debería haber corregido
un gesto que ha sido mal interpretado en muchas fuentes que no se
corresponde con la realidad.
En su discurso Unamuno fustigó a las nuevas
autoridades por su implacable afán de vencer utilizando cualesquiera
métodos que los inhabilitaba para obtener la victoria moral del
convencimiento. "Podréis vencer pero no convencer" así había dicho. La
mayoría de los historiadores consignan esto, que es fundamental, No
obstante existen dos puntos importantes en este suceso histórico que han
sido omitidos o consignados inadecuadamente. Ahora te los cuento: El
primero se refiere al momento en el que el General Millán Astray,
enardecido y completamente fuera de sí interrumpió a Unamuno dando un
puñetazo sobre la mesa presidencial del Paraninfo de la Universidad y
diciendo a gritos "¡¿Puedo hablar?!" a lo que Unamuno habría contestado más
o menos "Aquí puede hablar todo el que quiera y se sepa hacer escuchar".
Pues bien, lo que tu padre no ha visto reflejado por ningún historiador es el
hecho de gran importancia ideológica y diagnóstica de que el estallido
colérico y patológico del General Millán Astray (que entre otras lesiones
físicas y psíquicas tenía una bala alojada en el cerebro, lo que le producía
frecuentemente un estado de excitabilidad extrema) se produjo
exactamente cuando Unamuno evocó la figura del gran escritor y patriota
español y filipino Rizal, que reclamaba para Filipinas un grado de autonomía
razonable, que la imbecilidad del poder político en España no supo
comprender y al cual solamente supo responder con el asesinato de Estado
de este genial escritor, poeta y creador.
El otro momento mal recogido por la historia se refiere al final del
acto en el que se le atribuye a Doña Carmen Polo (la “Egregia Señora” como
durante muchos años se la llamó) un noble gesto de protección a Unamuno al
ofrecer su brazo al Rector Unamuno (que ostentaba en el acto la
representación del "Caudillo"). Este gesto, que de hecho se produjo, no
respondió a una iniciativa de Doña Carmen, sino que vino dictada por el
entonces Catedrático de Derecho Canónico y Sacerdote; Don Teodoro
Andrés Marcos que horrorizado del tumulto y confusión que se había
producido, y temiendo por la vida del Rector conminó a Doña Carmen a darle
su brazo a Unamuno para que su cercana presencia le sirviera de escudo
ante una multitud enloquecida, algunos de cuyos miembros, pistola en mano,
gritaban consignas tan demenciales como "¡Viva la muerte!" repitiendo la
conocida frase de Millán. Mi madre me contaba que mientras estaba sentada
entre el público temía lo peor, ya que a su lado tenía a un falangista cuyo
grado de excitación emocional era tan tremendo que, tratando de
desencasquillar su pistola, se bababa. Afortunadamente el acto finalizó
antes de que lograra su propósito.
¿Cómo viviste el fin de la Guerra?
El fin de la Guerra sucedió mientras estábamos viviendo en Galicia
(Vigo) donde mi padre se había autoexiliado para hacerse olvidar y perdonar
sus "pecados ideológicos".
Recuerdo que el alivio del final de la Guerra se
vio, en mi familia, totalmente enturbiado por la trágica noticia de la muerte
del único hermano de mi madre (fallecido en el Frente de Buitrago, en
Madrid, al parecer al acercarse a este lugar como chofer de Giral)) y las
incesantes noticias de los excesos criminales de la represión que
continuaron incluso mucho tiempo después de concluida la Guerra.
En este
"Cuarto Año Triunfal" recuerdo que se recibieron noticias del asesinato por
despeñamiento de un acantilado en Asturias de los dos maestros de las
escuelas laicas que había fundado el hermano de mi bisabuelo Florencio
Pérez-Villamil, como recuerdo también que en nuestro piso estuvo
clandestinamente refugiado un médico amigo de mi padre al que este logró
hacer pasar a Portugal escondido en el maletero de un automóvil propiedad
de un súbdito alemán que por su nacionalidad no despertaba sospechas.
Todo esto es muy triste Papá, y esas anéctodas que me ibas a contar?
Te contaré algunas sólo, que ya estoy cansadiño. Una muy cómica se produjo
en Salamanca; algunos días antes de las Navidades me supongo que del año
36, entró mi padre en casa con un paquete bastante grande. Mi madre
lógicamente le preguntó "¿Qué traes ahí Pepe?" "¡Cosa buena!" respondió mi
padre "¡Un regalo del General!" (Al que él trataba, o sea, Millán Astray) y
prosiguió "Fíjate bien que su última idea delirante es que estos mazapanes
que traigo aquí, en este paquete, regalo de unas monjas de un convento
cercano, pueden estar envenenadas".
Mi madre, que como buena gallega era
cauta, le decía a mi padre que quizás convendría deshacerse del
posiblemente jupiteriano regalo arrojándolo a la basura. Mi padre respondió
a ello gestualmente, abriendo pausadamente la caja de mazapanes, dándome
uno y a su vez tomando otro riendo. Nunca he vuelto a tomar mazapanes más
ricos en mi vida. [risas]
Otra anécdota tragicómica se refiere a las largas horas de una noche
en que mi padre instruyó a un niño casi de mi edad a escribir letreros
subversivos del tenor: "¡Franco cabrón! ¡Viva la República!" etc.
El padre del
niño había sido un sindicalista no muy destacado, ya que sus compañeros
habían sido fusilados, él había sido "justamente" acusado de perpetrar este
delito, El niño, listísimo, plenamente consciente del peligro de muerte que se
cernía sobre su padre aprendió a imitar los “graffiti” encontrados en la
estación de modo que el “experto médico-legal” requerido para identificar el
grafismo de los escritos (mi padre) pudo convencer a un juez, quien sabe si
poco astuto o benévolo, de que el culpable de ese delito era un menor.
Pues muchas gracias por ayudarme a hacer mi trabajo.
¡De nada hijiña, ha sido un placer!.
VALORACIÓN
Es evidente que el recuerdo de mi padre viene filtrado por sus
lecturas posteriores a sus vivencias de la Guerra, un caso claro es la
valoración que hace del famoso acto del Día de la Raza que el no vivió pero
que le impresionó desde muy niño por habérselo oído relatar repetidamente
tanto a su padre como a su madre.
Lo que parece muy claro que las vivencias de tipo emocional
relacionadas con el ambiente bélico han quedado muy grabadas en su
conciencia, por lo que su testimonio merece una valoración positiva desde un
punto de vista puramente testimonial e inocente incluso hoy día.
Seguramente podríamos encontrar testimonios parecidos procedentes del
campo opuesto en la Guerra Civil puesto que la experiencia del miedo y de la
represión indiscriminada también operó, aunque quizás cuantitativamente en
menor grado en el bando republicano.
Hoy existe toda una literatura muy reciente referida a las
consecuencias de cualquier guerra sobre la psicología infantil que confirma
la permanencia indeleble de estas vivencias.
Pienso que en el caso concreto
aquí consignado las consecuencias traumáticas han sido relativamente
benignas puesto que si exceptuamos casos como el del churrero, mi padre
había tenido poco contacto con ciertas personas de la familia cuya
desaparición hubiera sido para él más dolorosa, como puede ser el caso del
hermano de su madre.
El análisis histórico que trata de elucidar las causas de una guerra es
útil pero debe de ser complementado con testimonios que nos acerquen a las
emociones negativas que suscita puesto que estas emociones son también
parte de una realidad que conviene eliminar.
La literatura y el arte pueden ser elementos tan valiosos para lograr
una convivencia más justa como puede serlo el análisis frío de documentos
históricos. El Guernica de Picasso o "La nana de la cebolla" de Miguel
Hernandez tienen una carga normativa pacifista de valor incalculable.
(Trabajo de Lucila Pérez Suárez)
PERSONAL