miércoles, 21 de octubre de 2015


Por prevaricación en el campo moral nos referimos a la vergonzosa actitud de las clases dirigentes políticas de Europa ante la insistente conculcación de toda expresión de  derechos humanos por parte del Hegemón Estadounidense. El día 22 de este Enero hemos podido leer sin esperanza y con remordimiento titulares como el de que:”Europa calla sobre los vuelos de la CIA” que: “Los gobiernos de la Unión Europea han suscrito un pacto de silencio sobre el uso de sus aeropuertos y espacio aéreo por la CIA a raíz de la visita de Diciembre de la Secretaria de Estado norteamericana Condoleeza Rice”. La mezcla de indiferencia e hipócrita actitud de las clases dirigente de la mayoría de los países europeos ha quedado solamente atenuada por las tomas de posición del “Consejo de Europa” ,radicado en Viena y sin poder administrativo o decisorio, cuyo Presidente, el Senador helvético  Dick Marty entregó un informe a los medios de difusión de masas en el que se criticaba el silencio de las instituciones estatales estadounidenses sobre las acusaciones vertidas y se declaraba que: “Los elementos reunidos hasta este momento tienden a reforzar la credibilidad de las alegaciones que conciernen el transporte y la detención temporal de detenidos realizado con exclusión de cualquier procedimiento judicial”. Así pues los pueblos de Europa saben, los pueblos de Europa, bajo la compasiva, virtuosa, protectora, condescendiente propaganda de sus dirigentes, comparten la inerte y cobarde actitud de clase de una burguesía capitalista que prefiere que el Hegemón haga un trabajo sucio del que ellos indirecta y subsidiariamente se benefician. El detestable espectáculo se parece al de la Conferencia de Evián en la que los países avanzados se inhibieron de cualquier acción eficaz contra el genocidio de Hitler, ya perfectamente visible, y que iniciaba su realización. El que el último Informe Mundial de 2006 sobre Vigilancia de los Derechos Humanos” declare que: “La estrategia antiterrorista americana propicia abusos y debilita los derechos humanos a escala mundial” o de que “nuevos descubrimientos han probado que la tortura y el maltrato forman parte integrante de la estrategia antiterrorista de la Administración Bush” solo parece importar a una ínfima y trasnochada minoría.   Miremos pues hacia otra parte.
      Hace ya muchos años nos decía W. Benjamín que solamente podríamos recuperar nuestra esperanza gracias a los que carecía de ella. Esto viene al caso si queremos comentar el último crimen (en Baxaur, Paquistan) del Imperio-USA, que responde y ejemplifica  la cada día más afirmada: “doctrina americana de dictadura presidencial”, en brillante frase de Luis Bassets (En su magnifico artículo: “El azufre de Carl Schmitt”, El País 26-1-2006). De la capacidad técnica y despiadada de esa falsa democracia formal, pretoriana, oligárquica, arrogante, irracional, ignorante y torpemente egoista, hoy dependemos a mundial escala. La trágica situación que padecemos, constituye una nueva forma de autoritarismo agresivo, militarista y neo-fascista y él se nutre, entre otras cosas, de nuestra moral indiferencia. Nos referimos, claro está a los cínicamente llamados: “daños colaterales”, consecuentes al crimen, al secretismo de los Servicios Secretos de dos países y a la reacción de la prensa y del pueblo en EEUU. y Paquistan. Como deberíamos de saber el ataque de los estadounidenses en la aldea de Damadola, en el distrito paquistaní de Baxaur próximo a Afganistán, fue realiza do por un avión sin piloto, ya que “nuestra” superior técnica nos lo permite.  Evitemos nuestras pérdidas, incluso si se reconoce que por lo menos ha habido 18 víctimas civiles, pero naturalmente infames puesto que podrían constituirse algún día, si no lo eran ya, en peligrosos  “enemigos combatientes”. Entre los colaterales daños se cuentan seis niños, cuyas inmortales almas habrá probablente acogido con compasiva caridad un  Molok-dios (evitemos, como buenos ateos la blasfematoria mayúscula)  con cuyo personaje frecuentemente habla Bush II; un excelso Presidente, electo gracias a la adscripción a “cristianos valores”de una no despreciable parte de la población, que escucha sin pestañear, ni recabar una posible ayuda psiquiátrica, tales megalómanas declaraciones. Aunque la sicopatología no habla mucho de efectos contagiosos ciertas declaraciones de Chirac y otros políticos en la vecina Francia nos hacen pensar que quizás el siniestro “Predator” pueda ser mejor, desde un punto de vista de los inevitables daños colaterales, a la bomba atómica, naturalmente defensiva.
        El “inteligente” ataque “americano” de produjo debido a la “fiable” información –espionaje de agencias estadounidenses que previamente nos habían “convencido” (Aznar dixit) de la existencia en Irak de ADM. Se trataba de realizar una quirúrgica y casi incruenta operación para deshacerse del Nº 2 de Al-Quaeda de Al-Zawahiri. Parece que solo los Servicios secretos de los dos aliados (USA-Afganistan) pudieron hacerse cargo de los cadáveres entre los cuales estaba (no todo fue en balde) Abu Jalab Al-Mesri emparentado con Zawahiri y ocupante de la lista: “se busca” (WANTED), como en las películas del Oeste) del Imperio, con una sustancial recompensa de cinco millones de dólares. ¿Tendrá el Predator capacidad o personalidad jurídica para cobrar?
            Podemos distinguir claramente la reacción oficial ante este abominable crimen, la de los medios de difusión de masas, de los escasamente permitidos medios sociales de expresión política, y la del dolido pueblo víctima. Aparte de que los Servicios Secretos de Afganistán, que colaboraron con los de Imperio, la respuesta oficial del dictador y aliado Musharraf fue el solicitar la visita del Subsecretário de Estado de los EE.UU.  Burns para expresarle que “un ataque como el del 13 del mes no debía repetirse”. Mucha prensa se escandalizó del luctuoso hecho; así, por ejemplo un artículo del grupo Jang, que subrayaba la incapacidad ética de la ministra Rice que en su deseo de presentar el ataque como el “puño de acero” que se necesita para tratar con el terrorismo, pues ignoraba la “diferencia entre exterminación de terroristas y la destrucción de vidas inocentes”. La reacción de varios grupos y partidos,  con simpatías hacia el mayoritario sentimiento religioso islamista, ha sido la de condena al crimen. Tanto el movimiento Muttahida Qaumi como la alianza Muttahida Majlis-e-Amal se han unido al sentimiento de cólera del pueblo y se han convertido en sus portavoces. La típica respuesta estadounidense ha sido la de silencio despreciativo. Los conservadores, sean estos neo o arcaicos, siguen admirando e implementando en este siglo el adagio de imperio romano de que es más importante el que nos teman al que nos quieran. El pueblo respondió con una cólera, en parte irracional e indiscriminada, ya la que no siempre se supo distinguir entre la acción bélica de los EE.UU. y la meritoria labor realizada en algunos casos por instituciones de ayuda extranjera.
            En el año 1968 el brutal y mediocre Brexniev hizo invadir Praga por los entonces soviéticos tanques y creó la infausta doctrina de “derecho internacional” basado en una “soberanía limitada”.  Si sustituimos en su cínica declaración las palabras “marxismo-leninismo” por las actuales de “libre mercado” y la de “socialismo” por “capitalismo” la actuación del Imperio-USA se ajusta perfectamente a aquel criterio, que se basaba en que :“Cada partido es libre de aplicar en su país los principios del libre mercado, pero no es libre de desviarse de esos principios. El debilitar cualesquiera de esos principios en la cadena de los eslabones del sistema internacional del capitalismo afecta directamente a todos sus miembros, y no puede contemplarse por estos con indiferencia”.
 No vamos a entrar aquí en una tediosa discusión sobre el principio de soberanía pero nos atrevemos a recomendar a los estudiosos dos libros fundamentales que deberían de ser objeto de amplia discusión, como son los de Justin Rosenberg y de Bruno Teschke,  discuten estos autores la conjugación de la Nación-Estado moderno con la opinión de que ha sido ese sistema de Estados lo que ha permitido diversas teorizaciones de las relaciones internacionales realistas y de su erosionada relevancia actual. Opina Teschke que la relación entre sistema capitalista global y Estado nacional está cambiando ya que el capitalismo moderno no deriva ya la lógica de su “modus operandi” de una acumulación que rebasa los límites domésticos. Ello podría, en ciertas circunstancias, hacernos esperar que su decadencia conduzca a un deterioro de la beligerante y militarista actuación internacional que caracterizaba los regímenes feudales y absolutistas. De modo más pesimista opino que la mayoría de los actores más determinantes económicos y políticos, y la casta económica-académica-militar, las empresas multinacionales etc., se sitúan en un esquema  jerárquico y fuertemente nacional en el la imbricación entre los vectores de poder económicos y políticos es muy grande (financiación de la democracia representativa, contratos militares etc.).En este caso se puede llegar a pensar que los elementos internacionales y sistémicos de una clase burguesa internacional y de los intereses del capitalismo internacional globalizado distan mucho de estar constituidos y de ser coherentes y coordinados. La acumulación nacional de varios segmentos de poder en un sistema nacional-global jerarquizado (siguiendo a Beaud) puede hacer revertir la situación presente en la continuación de una “realpolitik” de fuerza a cargo de un Hegemón absolutista, que se puede manifestar regional o globalmente con diferente intensidad. En la incertidumbre del siglo que comienza se puede pensar en la emergencia, dentro del sistema, de otros centros  hegemónicos, parciales o regionales, por el desarrollo desigual de algún vector nacional de poder competitivo. También puede pensarse en un juego desigual en la resistencia dentro de los centros de contrapoder que pudiesen constituirse; lo que podría producir áreas de integración diferente entre jerarquizaciones de explotación y dependencia militares o keynesianas. Entre ambos grupos podría volver a constituirse el difícil tablero mundial de la balanza o enfrentamiento entre poderes. La creciente desigualdad económica y militar a escala mundial no nos permite albergar la esperanza de un rechazo, desde los países del “Centro”, de un sistema de explotación que les favorece, ni pensar en una cooperación de los dominados que provoque, gracias a un cambio sistémico mundial, que se logre una alternativa al capitalismo globalizado. Esperemos, con América Latina y su reciente evolución, equivocarnos totalmente.
Enero 2006.


             

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