Por prevaricación en el campo moral nos referimos a la
vergonzosa actitud de las clases dirigentes políticas de Europa ante la
insistente conculcación de toda expresión de
derechos humanos por parte del Hegemón Estadounidense. El día 22 de este
Enero hemos podido leer sin esperanza y con remordimiento titulares como el de
que:”Europa calla sobre los vuelos de la CIA” que: “Los gobiernos de la Unión
Europea han suscrito un pacto de silencio sobre el uso de sus aeropuertos y
espacio aéreo por la CIA a raíz de la visita de Diciembre de la Secretaria de
Estado norteamericana Condoleeza Rice”. La mezcla de indiferencia e hipócrita
actitud de las clases dirigente de la mayoría de los países europeos ha quedado
solamente atenuada por las tomas de posición del “Consejo de Europa” ,radicado
en Viena y sin poder administrativo o decisorio, cuyo Presidente, el Senador
helvético Dick Marty entregó un informe
a los medios de difusión de masas en el que se criticaba el silencio de las
instituciones estatales estadounidenses sobre las acusaciones vertidas y se
declaraba que: “Los elementos reunidos hasta este momento tienden a reforzar la
credibilidad de las alegaciones que conciernen el transporte y la detención
temporal de detenidos realizado con exclusión de cualquier procedimiento
judicial”. Así pues los pueblos de Europa saben, los pueblos de Europa, bajo la
compasiva, virtuosa, protectora, condescendiente propaganda de sus dirigentes,
comparten la inerte y cobarde actitud de clase de una burguesía capitalista que
prefiere que el Hegemón haga un trabajo sucio del que ellos indirecta y
subsidiariamente se benefician. El detestable espectáculo se parece al de la
Conferencia de Evián en la que los países avanzados se inhibieron de cualquier
acción eficaz contra el genocidio de Hitler, ya perfectamente visible, y que
iniciaba su realización. El que el último Informe Mundial de 2006 sobre
Vigilancia de los Derechos Humanos” declare que: “La estrategia antiterrorista
americana propicia abusos y debilita los derechos humanos a escala mundial” o
de que “nuevos descubrimientos han probado que la tortura y el maltrato forman parte
integrante de la estrategia antiterrorista de la Administración Bush” solo
parece importar a una ínfima y trasnochada minoría. Miremos pues hacia otra parte.
Hace ya muchos
años nos decía W. Benjamín que solamente podríamos recuperar nuestra esperanza
gracias a los que carecía de ella. Esto viene al caso si queremos comentar el
último crimen (en Baxaur, Paquistan) del Imperio-USA, que responde y
ejemplifica la cada día más afirmada:
“doctrina americana de dictadura presidencial”, en brillante frase de Luis
Bassets (En su magnifico artículo: “El azufre de Carl Schmitt”, El País
26-1-2006). De la capacidad técnica y despiadada de esa falsa democracia
formal, pretoriana, oligárquica, arrogante, irracional, ignorante y torpemente
egoista, hoy dependemos a mundial escala. La trágica situación que padecemos,
constituye una nueva forma de autoritarismo agresivo, militarista y
neo-fascista y él se nutre, entre otras cosas, de nuestra moral indiferencia.
Nos referimos, claro está a los cínicamente llamados: “daños colaterales”,
consecuentes al crimen, al secretismo de los Servicios Secretos de dos países y
a la reacción de la prensa y del pueblo en EEUU. y Paquistan. Como deberíamos
de saber el ataque de los estadounidenses en la aldea de Damadola, en el distrito
paquistaní de Baxaur próximo a Afganistán, fue realiza do por un avión sin
piloto, ya que “nuestra” superior técnica nos lo permite. Evitemos nuestras pérdidas, incluso si se
reconoce que por lo menos ha habido 18 víctimas civiles, pero naturalmente
infames puesto que podrían constituirse algún día, si no lo eran ya, en
peligrosos “enemigos combatientes”.
Entre los colaterales daños se cuentan seis niños, cuyas inmortales almas habrá
probablente acogido con compasiva caridad un
Molok-dios (evitemos, como buenos ateos la blasfematoria mayúscula) con cuyo personaje frecuentemente habla Bush
II; un excelso Presidente, electo gracias a la adscripción a “cristianos
valores”de una no despreciable parte de la población, que escucha sin
pestañear, ni recabar una posible ayuda psiquiátrica, tales megalómanas
declaraciones. Aunque la sicopatología no habla mucho de efectos contagiosos
ciertas declaraciones de Chirac y otros políticos en la vecina Francia nos
hacen pensar que quizás el siniestro “Predator” pueda ser mejor, desde un punto
de vista de los inevitables daños colaterales, a la bomba atómica, naturalmente
defensiva.
El
“inteligente” ataque “americano” de produjo debido a la “fiable” información
–espionaje de agencias estadounidenses que previamente nos habían “convencido”
(Aznar dixit) de la existencia en Irak de ADM. Se trataba de realizar una
quirúrgica y casi incruenta operación para deshacerse del Nº 2 de Al-Quaeda de
Al-Zawahiri. Parece que solo los Servicios secretos de los dos aliados
(USA-Afganistan) pudieron hacerse cargo de los cadáveres entre los cuales
estaba (no todo fue en balde) Abu Jalab Al-Mesri emparentado con Zawahiri y
ocupante de la lista: “se busca” (WANTED), como en las películas del Oeste) del
Imperio, con una sustancial recompensa de cinco millones de dólares. ¿Tendrá el
Predator capacidad o personalidad jurídica para cobrar?
Podemos
distinguir claramente la reacción oficial ante este abominable crimen, la de
los medios de difusión de masas, de los escasamente permitidos medios sociales
de expresión política, y la del dolido pueblo víctima. Aparte de que los
Servicios Secretos de Afganistán, que colaboraron con los de Imperio, la
respuesta oficial del dictador y aliado Musharraf fue el solicitar la visita
del Subsecretário de Estado de los EE.UU.
Burns para expresarle que “un ataque como el del 13 del mes no debía
repetirse”. Mucha prensa se escandalizó del luctuoso hecho; así, por ejemplo un
artículo del grupo Jang, que subrayaba la incapacidad ética de la ministra Rice
que en su deseo de presentar el ataque como el “puño de acero” que se necesita
para tratar con el terrorismo, pues ignoraba la “diferencia entre exterminación
de terroristas y la destrucción de vidas inocentes”. La reacción de varios
grupos y partidos, con simpatías hacia
el mayoritario sentimiento religioso islamista, ha sido la de condena al
crimen. Tanto el movimiento Muttahida Qaumi como la alianza Muttahida
Majlis-e-Amal se han unido al sentimiento de cólera del pueblo y se han
convertido en sus portavoces. La típica respuesta estadounidense ha sido la de
silencio despreciativo. Los conservadores, sean estos neo o arcaicos, siguen
admirando e implementando en este siglo el adagio de imperio romano de que es
más importante el que nos teman al que nos quieran. El pueblo respondió con una
cólera, en parte irracional e indiscriminada, ya la que no siempre se supo
distinguir entre la acción bélica de los EE.UU. y la meritoria labor realizada
en algunos casos por instituciones de ayuda extranjera.
En el año
1968 el brutal y mediocre Brexniev hizo invadir Praga por los entonces
soviéticos tanques y creó la infausta doctrina de “derecho internacional”
basado en una “soberanía limitada”. Si
sustituimos en su cínica declaración las palabras “marxismo-leninismo” por las
actuales de “libre mercado” y la de “socialismo” por “capitalismo” la actuación
del Imperio-USA se ajusta perfectamente a aquel criterio, que se basaba en que
:“Cada partido es libre de aplicar en su país los principios del libre mercado,
pero no es libre de desviarse de esos principios. El debilitar cualesquiera de
esos principios en la cadena de los eslabones del sistema internacional del
capitalismo afecta directamente a todos sus miembros, y no puede contemplarse
por estos con indiferencia”.
No vamos a entrar aquí en una tediosa
discusión sobre el principio de soberanía pero nos atrevemos a recomendar a los
estudiosos dos libros fundamentales que deberían de ser objeto de amplia
discusión, como son los de Justin Rosenberg y de Bruno Teschke, discuten estos autores la conjugación de la
Nación-Estado moderno con la opinión de que ha sido ese sistema de Estados lo
que ha permitido diversas teorizaciones de las relaciones internacionales
realistas y de su erosionada relevancia actual. Opina Teschke que la relación
entre sistema capitalista global y Estado nacional está cambiando ya que el
capitalismo moderno no deriva ya la lógica de su “modus operandi” de una
acumulación que rebasa los límites domésticos. Ello podría, en ciertas
circunstancias, hacernos esperar que su decadencia conduzca a un deterioro de
la beligerante y militarista actuación internacional que caracterizaba los
regímenes feudales y absolutistas. De modo más pesimista opino que la mayoría
de los actores más determinantes económicos y políticos, y la casta
económica-académica-militar, las empresas multinacionales etc., se sitúan en un
esquema jerárquico y fuertemente
nacional en el la imbricación entre los vectores de poder económicos y políticos
es muy grande (financiación de la democracia representativa, contratos
militares etc.).En este caso se puede llegar a pensar que los elementos
internacionales y sistémicos de una clase burguesa internacional y de los
intereses del capitalismo internacional globalizado distan mucho de estar constituidos
y de ser coherentes y coordinados. La acumulación nacional de varios segmentos
de poder en un sistema nacional-global jerarquizado (siguiendo a Beaud) puede
hacer revertir la situación presente en la continuación de una “realpolitik” de
fuerza a cargo de un Hegemón absolutista, que se puede manifestar regional o
globalmente con diferente intensidad. En la incertidumbre del siglo que
comienza se puede pensar en la emergencia, dentro del sistema, de otros
centros hegemónicos, parciales o regionales,
por el desarrollo desigual de algún vector nacional de poder competitivo.
También puede pensarse en un juego desigual en la resistencia dentro de los
centros de contrapoder que pudiesen constituirse; lo que podría producir áreas
de integración diferente entre jerarquizaciones de explotación y dependencia
militares o keynesianas. Entre ambos grupos podría volver a constituirse el
difícil tablero mundial de la balanza o enfrentamiento entre poderes. La
creciente desigualdad económica y militar a escala mundial no nos permite
albergar la esperanza de un rechazo, desde los países del “Centro”, de un
sistema de explotación que les favorece, ni pensar en una cooperación de los
dominados que provoque, gracias a un cambio sistémico mundial, que se logre una
alternativa al capitalismo globalizado. Esperemos, con América Latina y su
reciente evolución, equivocarnos totalmente.
Enero 2006.
Prevaricación moral, crímenes del Imperio, y esperanzas de resistencia