miércoles, 11 de noviembre de 2015

Carta a Gabilondo

Sr. I. Gabilondo Vigo.30-6-2005.
Distinguido Sr.:
Aunque mis comunicaciones anteriores (algunas muy críticas y algo irritadas) no merecieron por su parte respuesta alguna a este ocasional colaborador (en la TV de Madrid durante la 1ª “guerra del Golfo), me decido hoy a escribirle por un asunto que estimo grave y que, para que la información mejorase en nuestro país, necesitaría de su atención. Me refiero a su difusión del “pensamiento único” en economía, que transmiten sus expertos, Srs. de Guindos y Ontiveros. Tiene cada economista derecho a sus propias opiniones; ¡faltaría más!, pero lo que es lamentable es que se presente a una sola escuela de pensamiento como única y canónica. De ello es Vd., como a la noche su compañero Sr. Llamas, responsable. No debería Vd. tumbarse en los laureles que, según el índice de audiencia, le otorga la rival cadena COPE regida por un personajillo que he calificado públicamente de esquizofrénico resentido y cuyo nombre debería de permanecer alojado en alguna papelera de reciclaje. No, el asunto es más serio y para ello quiero sustanciar ciertos temas, aunque me temo no los ignore totalmente, por ser bastante obvios. Ahí van:

Los Srs. “expertos” son buenos fieles de un pensamiento ultraliberal, (aplicados discípulos de Hayek y Friedman) y partidarios acérrimos de un hipostasiado mercado cuyos pequeños desajustes son corregibles y conducirán, a la larga a un desarrollo universal y global que nos conducirá hacia una asintótica felicidad en la igualdad (de oportunidades), y a la libertad de una democracia “fukuyamesca”, dentro de una naturaleza reconciliada con un eternamente perfectible sistema. Apoyados por todo un aparato institucional universitario, ideológicamente y económicamente tributario de la “escuela dominante” en el “Imperio USA” , se nos quiere hacer creer que se nos dispensa un pensamiento científico, que por ser científico, es único. En una reciente conferencia nuestro común admirado Steiner se asombraba de que Marx se ignorase (entre los sociólogos y economistas) de nuestro Reino de las Españas; algo así como si en alguna escuela de psicología no se hablase de Freud. Sus expertos han seguido, como Brus y Laski, un camino de Marx al mercado, pero olvidando convenientemente el primer término del camino. No, Sr. Gabilondo y “sus” expertos, todo esto no es cierto. Para quien quiera saberlo ya en un alejado año 1991 Mair y Millar nos informaban en su libro: “A modern guide to economic thought” (Edward Elgar) de la existencia de, creo, siete escuelas de pensamiento económico. El olvidar las otras es un ejercicio de engaño, arrogancia, o demostración de ignorancia ideológica, como K. R. Hoover nos hacía recientemente ver. Las ideas de “sus” expertos han sido impugnadas desde hace tiempo. Recordemos, en cita no exhaustiva, los viejos libros de R. Villareal: “La contrarrevolución monetarista” (Océano 1983), el libro relativamente reciente de A. E. y A. F. Calcagno: “El universo neoliberal”, (Alianza, Buenos Aires 1995), los libros de Bernard Guerrien, los de Dumenil, de Husson de Sachs, de Harriberri. etc. Todos ignorados por un silencio de “omertá” del que Vd., de algún modo, participa. Pero hay más, incluso dentro de los que no rechazan el modelo capitalista encontramos libros, como el reciente de Bruno Amable: Les cinq capitalisms” cuyo subtítulo se refiere a la diversidad de los sistemas económicos y sociales del capitalismo. Claro que Amable hoy, como ayer Michel Albert, están contaminados por la “ignorada” y franchute (pronunciar con desprecio aznarino) escuela regulacionista; ¡vade retro Sátana!. Todo esto no tiene importancia pues, como nos informó el Sr. De Guindos (el 28-6-2005): “el mercado es un sistema autorregulador que acaba subsanando los descarríos de los políticos”. ¡Oremus!. No olvidemos que Hayek aceptaba en alguno de sus últimos escritos que era necesaria una comunidad de valores, puesto que aquellos eran necesarios para que se derivasen las consecuencias favorables de los comportamientos “espontáneos”.
Permítame, Sr. Gabilondo que termine este largo mamotreto epistolar con una anécdota personal. Mientras escuchaba el 28 a “su” experto, leía un sólido semanario conservador británico: “The Economist”. En el primero de los artículos de la página 87 se comentaba como el costo del “capital” (prestamos hipotecarios) parecía tener una relación inversa con lo que temían algunos ser denominado “factor racista”, y que en realidad era sencillamente nivel de ingreso. Pues bien ese sistema de mercado causa mayor desigualdad y menor movilidad social entre los ciudadanos del Imperio. Ejemplo de la sabiduría del mercado es, para algunos expertos, que al realizar esta relación inversa con el ingreso ello revela la sabiduría de la percepción del “riesgo”, en cuya sociedad dicen algunos filósofos que vivimos. Sobre el diagrama que acompaña al segundo artículo retengo mi impaciencia a la espera de las luminosas elucubraciones que nos brindarán “sus” expertos.

Le saluda muy cordialmente, pero como decía el poeta, sin esperanza pero con convencimiento:
José Fernando Pérez Oya.
(J. F. Pérez Oya ha sido funcionario internacional experto economista de Naciones Unidas de 1989 a 1998, vive parcialmente retirado en Vigo, es B. A. M. A Oxon. Su ultimo puesto en la CEPE ha sido la de evaluar las políticas económicas de ciencia y tecnología a nivel pan-europeo, es miembro fundador de EAEPE, miembro de URPE, la asociación de economistas socialistas, etc.)
Sr Gabilondo:Después de escuchar hoy la cadena SER y de no haber NUNCA recibido por su parte el menor acuse de recibo me permito, sin esperanza pero con covencimiento (como decía un poeta), poner en su conocimiento el siguiente hecho, que como en muchos anteriores alimentará su papelera.
El que le escribe es (entre otras cosaa) B.A.; M.A. Oxon y ha servido durante 32 años la Comisión Económica para Europa de Naciones Unidas. Su última asignación allí fue la de ser responsable del análisis (a nivel pan-européo) de las políticas de Ciencia y Tecnología. Al resegrar en el año 1989 a España se dirigió a más de 10 (diez) Universidades proponiendoles un curso sobre Economía y Ciencia y Tecnología. No tuve- como en anteriores misivas a Vd- más que un sepulcral silencio por respuesta. Medite algo sobre eso.
Naturalmente no me han desanimado ni Vd. ni  “su” Cadena y sigo en periodicos locales publicando mis reflexiones, la última está disponible (sobre las en EE.UU.) en www.igadi.org. No le acosejo que la lea.
A pesar de todo se despide respetuosamente José F. Pérez Oya.

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