miércoles, 4 de noviembre de 2015

MIRADAS SOBRE LA SITUACIÓN DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

En el clásico de Saint-Exupery, “El Principito” se habla de un curioso personaje que parece creer que todo el universo obedece a sus órdenes, que nadie, en realidad, sigue ni atiende. Cuando el Principito le solicita una  inmediata puesta de sol , el extraño anciano consulta un calendario astronómico, explicándole que solo a una determinada hora dará esa orden, ya que sus órdenes deberán siempre  de ser razonables. Con los responsables de las políticas económicas sucede algo parecido, pero peor, raramente son capaces de predecir cambios importantes y sus visiones de futuro suelen ser posteriores a los cambios, que una realidad,  escasamente razonable, impone, y clama con urgencia  para que lleven a cabo medidas cuya  necesidad pocos parecían haber previsto, aunque sus síntomas eran claros y perceptibles.
Hoy en día nos hallamos ante esta situación, oímos hablar de crisis económica mundial, pero no todos los expertos están de acuerdo en cuanto a su origen, su profundidad y permanencia, su capacidad de transmisión, la eficacia de ciertas medidas para remediar una situación  no deseada, ni en otros muchos e importantes aspectos. Se podrían dar una enorme cantidad de ejemplos en las equivocadas apreciaciones de grandes economistas. Trataremos de ofrecer un breve sumario de la diferente toma de posición ante el actual problema planteado por la crisis de das diferentes escuelas ideológicas de la presuntuosamente llamada ciencia económica , lo que constituirá una sección posterior de este documento.
De momento., limitémonos  a dos  contribuciones europeas que indican que algunos aficionados apuntan mejor que algunos profesionales. En el reciente libro de  A. Brender y F. Pisani ( Del año 2007 :Les désequilibres financiers internationaux) podemos leer: ” la prudencia de una mayoría de las economías domesticas, unida a los mejores métodos de evaluación de su solvencia por parte de los organismos financieros , debería ser suficiente para evitar un alza inquietante de la proporción de préstamos problemáticos, por lo menos mientras la economía  se encuentre próxima al pleno empleo”. Hoy sabemos que lo que está  sucediendo en EE.UU. es exactamente lo contrario a lo descrito: las instituciones financieras han presionado al sector privado  ( muchas veces insolvente) a contraer deudas no recuperables  (como las hipotecas “sub-prime”  de alto, casi disparatado riesgo), en la esperanza de pingües  beneficios a corto plazo y  de que su especulación y corruptas operaciones no tendrían un fin previsible. En el mismo país y en casi la misma fecha (Enero de 2007) Paul Jorion afirmaba en su libro : “Vers la crise du capitalisme americain”; que el sistema financiero, minado por su inmanente lógica especulativa , no podría prolongar su expansión indefinidamente. El estallido tendria su muy probable epicentro en los EE.UU. y su centro de mayor vulnerabilidad no sería la bolsa,  si no el sector inmobiliario, que está llegando a sus límites. Jorión afirmaba, un tanto apocalípticamente, que la transmisión de la crisis parecía inevitable y de que un hundimiento en EE.UU haría: “temblar al mundo”.  Tendremos , posteriormente, ocasión de opinar que su última afirmación nos parece excesiva.
Cruzando  ahora el Atlántico conviene mencionar que  la visión de ciertos profesionales académicos , mayoritariamente de inspiración marxista ,aparecen sorpresivamente refrendadas por las de hombres de empresa lúcidos, y ello desde hace por lo menos dos años. Contrastemos ciertas aserciones. John Bellami  Foster  publicaba el la : “Monthly Review” una serie de artículos cuyos títulos rezan (y traduzco): La burbuja de las deuda residencial (Mayo del 2006); “La explosión de la deuda y la especulación” (Noviembre de 2006), “El capitalismo financiero monopolista” (Diciembre de 2006) y finalmente  : “La financiarización del capitalismo” (de Abril de 2007). En un reciente artículo  (Abril de 2008) Foster ha insistido sobre sus tesis pero ya en Abril de hace un año escribía:  Tan crucial ha sido la burbuja inmobiliaria como contrapeso de un estancamiento y como base a la financiarización , y tan profundamente relacionada con el bienestar básico de las familias de EE.UU. que la debilidad actual del mercado inmobiliario podría dar lugar a una aguda crisis económica y un amplio desastre financiero”.
Conviene finalmente afirmar que algunas instituciones  internacionales , centros de investigación económica  y prestigiosos profesionales, han señalado la existencia de riesgos sistémicos asociados a un auge excesivo en la Bolsas de EE.UU. y el constante  y creciente endeudamiento del sector privado en el país, pero que , por motivos políticos relativos a las clases detentadoras del poder del estado,la casi total mayoría de las advertencias apenas han tenido seguimiento en medidas económicas ni recibieron atención mediática y pública previa a al estallido de la actual crisis. Esta crisis puede hoy de calificarse de vieja, dado que muchas advertencias datan del verano de 2007. En ese momento  (véase el New York Times del 30 de Julio )y para , solo aparentemente, tratar de responder a la preocupación de ciertas organizaciones de defensa de los consumidores de EE.UU. varios miembros de instituciones oficiales de supervisión bancaria se reunieron el 29 de Junio con la supuesta intención de hacer más estrictas las reglas que afectaban a las hipotecas  “subprime” o hipotecas con garantías  infra-calificadas ( o mínimas) y hacer difíciles los llamados “ prestamos para mentirosos” que se concedían con documentación o investigaciones sobre capacidades de ingreso o moralidad del deudor nulas o inadecuadas.  Ya entonces el aumento de precios del sector inmobiliario residencial se estaba frenando hasta alcanzar importantes valores negativos el año actual. Los consumidores más conscientes observaban, ya entonces, que las “foreclosures”, es decir  los cambios en la titularidad ( o embargos)de una propiedad hipotecada en beneficio del  impagado prestamista, (que han alcanzado en 2007 a más de un millón de familias y es posible que este pasado año haya afectado, según estimaciones de un economista miembro de la francesa organización ATTAC,  a unos tres y medio millones de familias con el consiguiente infringido  sufrimiento de 17 millones de personas) sique incrementándose de modo preocupante. De nada valió el que los consumidores tratasen de que las reglas de endeudamiento se hicieran más estrictas, todo quedó reducido a vagas recomendaciones  para mejor supervisión y a operaciones cosméticas.
El ambiente económico prevaleciente.
Las razones por las que este tipo de sucesos se producía era una consecuencia de un complejo ideológico interrelacionado, asociado con el neoliberalismo en los aspectos de la economía y el neoconservadurismo político general, más evidenciado en  una acentuación del impulso estadounidense dirigido a la obtención de hegemonía militar y geopolítica,  belicosa, agresiva y creciente que , según sus sustentadores, parecía hacer factible la desaparición de un anterior equilibrio bipolar. Las tendencias más conservadoras, favorables a un mercado desregulado, a una reducción del papel del Estado en educación, sanidad, “soft  power” o poder de imitación o contagio en valores culturales o sistémicos económico-políticos, a la reducción de políticas redistributivas (excepto aquellas a favor de los estratos más ricos de la población) y otras muy notorias han marcado toda una época desde Reagan y Thatcher,  en el Reino Unido, a los dos Bush. El elemento fundamental sistémico, estructural y de poder político es el gran interrogante de si estamos ante un nuevo campo ideológico y de poder político, tanto en lo económico como geopolítico y social,  o si nos limitaremos a operaciones de reforma parcial que no lograran introducir  leves pero sustantivas reformas del sistema que lo conducirían a nuevas formas de keynesianismo. No sabemos con certidumbre el posible resultado político que deberá tener lugar en el corazón del sistema en el mes de Noviembre de este año. En este momento las triunfantes melodías de los peregrinos del monte “Pelerin”, de la “Heritage Society” del dominio ideológico de Hayek, Von Mieses,  Don Patikin,. Milton Friedman  ,y de tantos otros parece oírse atenuado, en sordina , pero no aparece clara una alternativa ideológica coherente, ni un conjunto de fuerzas sociales convergentes que pudiesen sustentarla en caso de que se configure.
En este ambiente dominado por una creciente desigualdad en los ingresos personales y familiares en EE.UU. es digna de notar por su carácter, oportunista y  cínica, la reiterada afirmación de Alan Greenspan (el presidente del FED  ,o sistema federal de reserva anterior al actual A. Bernanke) de que existía una “exuberancia irracional” que favorecía una actitud general hacia la especulación que podría hacer correr riesgos al sector financiero y a la sociedad en su conjunto. Lo que conviene señalar es que el principal responsable de ese ambiente fue el mismo Greespan que implementó con decisión inusitada una política monetaria permisiva y una eliminación de cualquier medida económica o institución de supervisión que facilitara una mayor transparencia en toda clase de transacciones y se opusiera a los dogmas neoliberales de la omnipotencia  y omnisciencia de un mercado no reglamentado. Hoy día grandes expertos como, Paul Samuelson ( International Herald Tribune , del 18 Marzo) o P. Krugman (New York Times, 17 de Marzo) , han redoblado las críticas a Greespan,  culpándolo de la duración y profundidad de sucesivas oleadas especulativas  en EE.UU.(durante más de dos  décadas, desde los “junk bonds” o bonos basura, al fin de los 80, hasta hoy) , pero pocos recordamos su  volátil adscripción a cualquier tesis de moda dentro de un amplio abanico conservador. Como un ejemplo basta ,  consideremos su opinión de  retornar al “patrón oro”, cuando nuestro “gurú” colaboraba con la ultraderechista Ayn Rand. “Peccata minuta”, afirman algunos.
Es descorazonador verificar que salvo  pocos economistas, hoy marginados,  de escuelas económicas que se apartan de la  “mainstream” o corriente ideológica principal y hegemónica, como serían los miembros de las escuelas institucionalistas , de la regulación ,  evolucionistas, marxistas o neo-marxistas, se atreven a realizar un análisis que abarque, a la vez aspectos económicos y sociales en una forma de que (plagiando a  B. Bürgenmeier) podría llamarse socio-economía. El dominio hegemónico del “establishment” en todos los “media” o medios de difusión de masas especializados en temas económicos hace soslayar los temas que no se ajusten a las categorías objeto de discusión o debate. Un ejemplo reciente nos viene dado por la británica y conservadora revista “The Economist”( del 20 de este mes de Marzo del 2008) en el que publica un magnifico y erudito artículo sobre la financierización de la economía de EE.UU., los círculos especulativos existentes, la conversión de títulos deudores en activos negociables o en  fondos especulativos que se autoalimentan, la conversión de la banca de inversiones en “maquinas de producir deudas( posteriormente convertidas en activos )y de nuevo en  deudas, la proliferación de las formas de los activos vendidos en formas crecientemente complejas como los productos  “derivados”,  etc.  Por mucho que los busquemos no hallaremos en el artículo las relaciones circulares causa-efecto en las que intervengan sujetos, activos o pasivos (del latin “patere” o  sufrir) de la sociedad civil y real. De este modo el reciente descenso del ritmo de crecimiento económico en EE.UU., la redistribución del GNP a favor de las clases más pudientes, la debilidad que esa determinada política ha conllevado en la balanza de poder y el contrapeso social (“countervailing power”) de las organizaciones de defensa de los trabajadores en los EE.UIU, su descrédito, decadencia, su  acción timorata frente a políticas  o amenazas de deslocalización o precarización,  la dispersión o fragmentación de la demanda, la mención de las políticas de flexibilización sobre los empleados (o mano de obra), y otras causas importantes quedan soslayadas. Todo parece ser atribuido a una inexplicada tendencia hacia la “globalización”, a la creación de un mercado mundial favorecido por factores técnicos como aquellos incluidos en la creación, adopción, y extensión de las tecnologías de la información y comunicación. Nos parece que si esta tendencia globalizadora existe ( como es el caso)es pertinente que nos preguntemos si corresponde a medidas que han sido introducidas, y en favor de cuales segmentos de la sociedad  y también en cuales países  y bajo que estímulos o presiones se implementaron. Esta revista y otras similares lamentan, si definirlas, las tendencias proteccionistas o populistas que aquejan a parte de la población mundial pero raramente se ocupan de los vínculos existentes entre ciertos organismos o mecanismos institucionales, las políticas generales adoptadas y las clases, países,  o los poderes que las promueven o defienden.
Desde un punto de vista teórico se puede observar que, aparte los autores franceses citados anteriormente los estudios más recientes de las crisis financieras corresponden a las tendencias filosóficas marginadas, como son los libros de Jan Toporovski  (Theories of finantial disturbance, E. Elgar 2005) o el excelente estudio de varios autores de inspiración marxista :“Value and the world economy today” (Palmgrave 2003) en cuyos análisis no podemos entrar con detalle pero de los que trataremos, en sección posterior, de dar cuenta brevemente. Debemos hacer notar que los cambios institucionales y otros relativos a la  crecientemente compleja operación del sistema dificultan, por sus fluctuaciones, abstractas modelizaciones elegantes ,como la que ya en 1986 nos ofrecía H.P. Minsky, y que estudios más antiguos como los de J. K. Galbraith , T. Veblen,  y de  C.P Kindleberger siguen, al día de hoy, ofreciéndonos sugerencias e ideas muy valiosas. El estudio de Galbraith es de particular relevancia porque en él se tratan temas redistributivos y los de Kidleberger porque comprueban la historia recurrente de las crisis del sistema e inciden particularmente,( como lo hace hoy Krugman), en el aspecto psicológico de las motivaciones de los intervinientes en el proceso como bien indica su título: “Manias, panics, and crashes” de 19809. En general podemos afirmar que las diferentes escuelas de inspiración marxista  tienen una ventaja sobre las de los economistas de la tendencia predominante en círculos académicos actuales y es la de situar las contradicciones del sistema en que ahora vivimos dentro de un ámbito mucho más amplio que abarca lo social (oposiciones y luchas entre clases) y lo ideológico tanto como justificador de un determinado poder como inspirador de cambios políticos a favor de una cierta configuración de las élites sociales dentro del poder político. Como subraya J. Joseph en un reciente libro(“Marxism and social theory”- Palmgrave 2006) la gran ventaja de las diferentes escuelas marxistas  es su aceptación del carácter multidisciplinar del marxismo que abarca, la filosofía, la sociología, la economía política la historia y el estudio de la cultura. Ello no es óbice para que existan grandes debates contradicciones, y oposiciones radicales entre  los marxistas, de las que un reciente ejemplo lo encontramos en la discusión de un aspecto tan fundamental en Marx como su teoría del valor, entre por un lado A. Freeman y Andrew Kliman y del otro S. Mohun y  R. Veneziani (en la revista :”Capital and Class”,  Nºs 93 y94). En cierto modo es cierto lo que dice Suizanne de Brunhoff cuando afirma  que “Marx no quiso trazar una teoría general de las crisis de crédito y aun menos de hacerse un coyunturalista”; pero se puede pensar que las  repetidas crisis de un sub-sistema , que opera dentro de un sistema más general, afectan a este y pueden alterar su carácter. Por otra parte el situar a una crisis parcial dentro de unos círculos concéntricos y más amplios de las múltiples contradicciones de un sistema nos brinda una perspectiva que nos permite una evaluación más amplia y precisa de lo que ocurre.
Me permito, en relación con lo que acabo de decir, de realizar  una digresión sobre la situación de los que, como la del que escribe, y desde un neo-marxismo  crítico subrayamos las insalvables contradicciones del sistema y las de aquellos que opinan que puede perpetuarse a través de reformas que dejan incólume su esencia ,  supuestamente beneficiosa a la larga para toda la humanidad. En este momento histórico todo cambia, todo se sitúa dentro de un fluir heraclitiano cuya dirección nos desconcierta y nos parece casi  imprevisible. Desde nuestros, no siempre coherentes puntos de vista, nos damos cuenta de que la flexibilidad de ciertas posiciones filosóficas o ideológicas  otorga un terreno muy sólido a nuestros rivales y ello es así porque la principal base de descripción de una cierta realidad viene, en última instancia, determinada por una intención prescriptivo-normativa que trata siempre de justificar una hegemonía de clase y de sistema, frente posibles amenazas de subversión. La variación en la  proyección y manipulación mediática de la imagen de una  determinada realidad ,  la ideología legitimadora de la misma, y los retoques institucionales a la superficie de un sistema puede cambiar mientras que sus bases sociales permanecen inalteradas. Un análisis marxista de una dada realidad social no solo tiene ventajas si no también inconvenientes. La enorme ventaja es el de tratar de abarcar la totalidad social,  el inconveniente es  la de que al hacerse una sociedad más compleja,  multiplica, la cantidad, importancia y motivación de sus actores ,  las fronteras definitorias de sus competencias y funciones ( que frecuentemente se hacen más difusas), y la articulación entre  estos acores sociales, su formas de cooperación y su posible oposición cambian a la par de sus funciones. Los ejemplos de lo que está ocurriendo pueden multiplicarse casi al infinito. ¿Qué actor es más definitorio de una cierta relación entre entidades estatales? ¿ Son hoy los actores más fundamentales las empresas transnacionales que operan en un lado pero cuya estrategia y dirección vienen de otro? ¿ Qué valor conceder a los intereses geopolíticos asentados en cierto estado?¿ Qué importancia conceder a su intención  al impulso hegemónico de su estado o actor que opera desde él ,  ya sea este compartido o impugnado desde otros centros y vectores de decisión y poder? Aunque posteriormente se tratará con brevedad de ciertas opiniones dentro de las escuelas marxistas, nos parece que tanto sus categorías analíticas, como su implacable deseo de cernir una compleja realidad les concede una gran ventaja sobre otras. En cierto modo una objeción general que se le podría hacer a los sociólogos de inspiración marxista es la de una tendencia hacia unas formas de abstracción  racional de los cambios sociales que frecuentemente pueden corresponder a motivos irracionales sean estos emocionales (véase de P. Braud L’emotion en politique ,1996) o de arrastre e inercia de viejas ideologías valorativas  y ya caducas, incapaces de evitar tendencias autodestructivas a nivel de especie. El viejo esquema  de cierto marxismo falso y oficializado que suponía la actuación de una élite (o partido) promotor de un cambio de conciencia en un pre-existente sujeto social (proletariado) que apoderándose de los resortes principales del estado y la economía, construiría, a través de una más eficiente modo de producción, una sociedad sin explotación, opresión ni alienación se halla en total descrédito. Existe sin embargo una clara conciencia colectiva pero difusa que las irracionalidades del sistema social prevaleciente (distributivas, ecológicas , demográficas ,etc.)y de sus injusticias.  Con un cierto y quizás desmesurado optimismo empezamos hoy a percibir (a través de las actuaciones de los grupos altermundialistas,  del Foro Mundial Social,   demúltiples  ONGs, y de la vitalidad y profusión de múltiples movimientos sociales opuestos a las realidades más injustas del sistema imperante)  un giro político en el que los elementos sociales más conscientes. En todos ellos aprecio la inspiración de Henri Lefebvre para elevar su crítica de lo cotidiano hacia instituciones o mecanismos sociales que deben de ser  modificados o suprimidos. No se trata de eliminar el intercambio de divisas sino preferentemente de moderarla mediante impuestos y vigilancia para que no se conviertan en mecanismos gigantescos de especulación (por ejemplo las acciones de ATTAC y su promoción del impuesto Tobin). La crítica a actividades en parte parasitarias como la proliferación de complicados instrumentos financieros ( los llamados productos financieros “derivados”, cuya posible parcial utilidad ha sido defendida por un autor marxista como Dick Bryan en  el libro: “Value and the world economy”) pueden convertirse en instrumentos útiles en otro contexto de la llamada globalización. Esta actitud crítica tiene una larga tradición cultural y ética en Europa que va desde Aristóteles y sus observaciones sobre la “crematística”, a la  las condenas de la usura en época medieval ,  y sigue con  Marx señalando la ausencia de carácter productivo en ciertos circuitos de circulación dineraria  y Keynes  con su política económica de: “ eutanasia del rentista”. No se trata de lograr divulgar moralinas desde diferentes púlpitos, si no de cambiar una realidad social (el ser) para desde la base alterar la conciencia colectiva y sus valores.  Un ejemplo nos viene dado por( el, relativamente fácil), tratamiento de la homosexualidad; si logramos alcanzar cierta permisividad social y jurídica hacia ciertas formas de relación ( entre grupos ciudadanos previamente  oprimidos y jurídicamente discriminados) lograremos que ciertos “valores” inspirados con  frecuencia en prejuicios  metafísicos, metasociales,  e ideológicos (frecuentemente de origen religioso) se vean acallados u olvidados y  que un grupo humano goce de amplia aceptación social.
Contra estas tendencias debemos señalar la evolución de la acción social de un amplio grupo  de ciudadanos que participa cada vez menos en una acción tradicional política a través de las oportunidades que conceden los mecanismos de las democracias representativas, lo que sido llamado en múltiples estudios crisis de las democracias. Estas tendencias son objeto de un agudo debate, dentro de la intelectualidad  tanto de izquierda como conservadora de Francia y en este debate participan  desde A. Filkienkraut  a J. Ranciere,  M. Abensour , C.Castoriadis, C.Lefort , E. Colombo y otros muchos que han tenido un reflejo mucho menor en España. Justo es recordar que entre los tratadistas anteriores al debate actual debemos rendirle tributo a Alberto O. Hirschman que ha sido un verdadero pionero en el debate y que señalaba hace bastantes años (en 1982) las dificultades de  coordinación entre los intereses privados (tal como podían ser percibidos) y una acción pública más opaca y lejana. Quiero unir mi elogio a Hirschman al  de Christian Chavagneux  ( Les enjeux de la mondalisation III, La decouverte 2007) que subraya que este sentimiento colectivo de opacidad , decepción e incapacidad para lograr cambios ha redundado en muchos casos en movilizaciones que favorecen un casi neurótico interés por la esfera de lo privado. La proliferación de sectas, el interés por la perfección personal (que abarca el interés invertido sobre el propio cuerpo), la fascinación por una proliferación, muy mediática, de  supuestos paradigmáticos líderes en campos diversos . Todo resulta de nuevas formas alienantes de percepción de lo colectivo. Las teorizaciones económicas, incluso las que se suponen más críticas como ciertas corrientes marxistas, no han sido imunes a estas consideraciones de lo social  ya que están muy influenciadas por una visión individualista. Recientemente D. Laibman (Science and Society , April 2008) que la escuela del llamado marxismo analítico pretendía integrarse en las tendencias prevalecientes y dominantes en las ciencias sociales y trataba de dar cuenta de ciertos cambios sociales como una confluencia o suma de las percepciones, los intereses  y las decisiones individuales. Laibman, (con el que coincido), señalaba que esto es erróneo ya que una teorización individualista no puede dar cuenta ni analizar la formación de una conciencia colectiva forjada principalmente a través de acciones y luchas comunes.
La negación de un nivel de análisis diferente ha sido siempre una constante de los defensores del status quo y recibió una expresión muy clara en la frase de M. Thatcher en la que se reducía  lo social a una mera suma de individuos. Visto desde una distancia, personalmente amplia vemos que muchas de las teorizaciones sociales existentes corresponden a posiciones de filosofía social que se insertan en actitudes en las que se definen los dos polos opuestos del individualismo y del comunitarismo tratados estos con particular profundidad por  S. Avineri y A. DeShalit (En  “Communitarism and individualism” ;UK 1992). La integración, desde posiciones críticas de izquierda supone grades dificultades pues por un lado  ciertas teorizaciones conservadoras implican un comunitarismo tradicional organicista y jerarquizante , que la izquierda igualitaria y anti-autoritária o autonómista rechaza,  y por el otro una extremada posición individualista eleva el intercambio del mercado a única forma de racionalidad excluyendo toda acción política por parte de instancias institucionales que no acepten esta “racionalidad” plenamente (como podría ser el estado). Visto desde esta  posición ,extrema en ambos sentidos, nos parece evidente que el fracasado intento de O. Lange   Nemchinov, Kantorovich y otros para dotar de mayor eficacia a un sistema planificador (como en la obra : “The use of mathematics in economics”
La política neoconservadora de origen angloamericano ha borrado muchas fronteras entre lo público y lo privado y el terreno de enfrentamiento es difícilmente discernible y está frecuentemente situado en instancias intermedias el poder enorme de las grandes empresas y la falta casi complete de una institución política o estatal que imponga ciertas normas es visible en muchos campos. Un poder político sometido a una cura de adelgazamiento para dejarlo reducido en todos los aspectos (que no sean el del poder militar y de seguridad represiva) carece de una base técnica independiente que atienda preferentemente al bien común. Ello contrasta con la debilidad de asociaciones de defensa ciudadana o del consumidor que deben de buscar el mecenazgo de elementos sociales muy poderosos que apoyan salvo contadísimas excepciones  la actuación general del sistema. La voz de los interesados expertos de empresas como Monsanto o Nestle defendiendo el uso de ciertos productos transgénicos, fertilizantes o semillas adaptadas a ellos , se deja oír mucho más que la de los consumidores .¿Que carácter tiene un ejército privatizado (como Blackwater) en una confrontación armada? ¿Es responsable el que lo paga de su actuación y hasta donde? ¿Se debe suplantar una acción internacional de sanidad pública como la Organización Mundial de la Salud por la poderosa “caridad compasiva” de ciertas empresas monopolistas procedentes de los EE.UU.? ¿Podrá una institución que se ocupe de los intrincados problemas derivados de la propiedad intelectual actuar sin recabar el consenso y la aprobación previa de las grandes empresas de un cierto sector?
Firmado. José Fernando Pérez Oya

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