miércoles, 4 de noviembre de 2015

El orden nacional-global jerarquizado


 Paul Baran y Paul Sweezy en su libro : “Monopoly Capital” escrito al comienzo de los 60 ya habían señalado que una creciente cantidad del excedente económico se absorbía en los sectores financieros, de inversión, e inmobiliario, subrayando que esta tendencia generalmente acentuaba a nivel mundial y nacional las diferencias económicas, que se han seguido incrementando. Desde la misma institución (Monthly Review) nos señala John Bellamy Foster en Abril de 2007 que el proceso de financiarización continuaba su desenfrenado ascenso. La deuda pública de los EE.UU. representaba ya en 1985 el doble del PNB estadounidense y alcanzaba hasta más que triplicar este nivel en 2005 aproximándose al total del PNB mundial de ese año.

El diagrama que ilustra ésta página, que incorporamos de un artículo de Philip Golub en “Le Monde Diplomatique” de Noviembre de 2008, nos permite ver con simplicidad visual la enorme importancia de las transacciones financieras comparadas con el PIB mundial o los intercambios bursátiles. Casi desde un terreno lógico-aristotélico se pueden plantear varias cuestiones:

Primera ¿Cual es el origen de esta situación ante cuya pregunta tendría que distinguirse entre los actores sociales que la han promovido, sus intereses y posibles limitaciones, así como los mecanismos empleados?

En segundo lugar; dentro del orden (o desorden) del concierto mundial internacional ¿Como ciertos países grupos sociales o clases económicas se han visto afectados? ¿Estamos ante una nueva configuración entre países clase e intereses estratégicos?

En tercer lugar: ¿Puede calibrarse su importancia inicial, su origen geográfico e institucional? ¿Cuáles han sido sus causas político-económicas? ¿Vamos hacia una convergencia o divergencia en políticas, nacionales e institucionales? ¿Se mantendrá poco cambiado lo que en la certera frase de Beaud se ha llamado el orden nacional-global jerarquizado?

En cuarto lugar: Parece fuera de toda duda que hoy nos hallamos ante la crisis económica más grave desde muchas décadas, comparándola muchos expertos a la crisis de los años 1930. Si ello es así se nos plantea la disyuntiva de si bastarían reformas políticas e institucionales al interior del sistema mundial imperante (que se corresponde al capitalismo globalizado) o si solo una radical ruptura podría restaurar una prosperidad aceptable para todos. Ante los problemas actuales: ¿Podrán articularse nuevas formas de resistencia social que operen un necesario cambio alternativo será este reformista o rupturista?

En quinto lugar: ¿Qué peligros, no institucionales o a largo plazo se ciernen hoy sobre la sociedad? Indudablemente una función predictiva es incierta y de una desmedida audacia pero tenemos que tratar de definir si consideramos más probable un temor inflacionista, deflacionista o “stagflacionista” (es decir de estancamiento e inflación) o tal vez de una nueva posible figura -de la que soy proponente- de estanco-recesionismo.

¿Podrán ciertos países o grupos de países desvincularse de una cierta operatividad sistémica socio-económica mundial?

Muchas de estas cuestiones solo pueden ser respondidas de modo breve y dogmático
Agradezco la sugerencia de NT de ofrecer a nuestros lectores algunas reflexiones sobre lo que se ha dado en llamar: crisis actual. La elección del que amigo que me interroga es particularmente feliz puesto que, en anteriores ocasiones, ha demostrado dirigirme con sus incisivas preguntas hacia los aspectos más esenciales del momento. Espero que, pese a su brevedad, algunas de mis respuestas puedan iluminar ciertos aspectos de interés. ¡Gracias os sean dadas!

Muchos titulares de prensa y en medio de órganos de difusión de masas subrayan que las teorizaciones económicas han sufrido un derrumbe, por poner solo un ejemplo en el último “Maniere de voir” tiene por título “El kach del liberalismo” .Danos una breve, si puedes, opinión sobre el caso.

Mi maestro Don Carlos (Marx) señalaba hace mucho tiempo que la sedicente ciencia económica no existía y se había convertido en una vulgar apologética. Esto sigue sucediendo ahora. Las extremas, simplistas y falseadas tesis de Milton Friedman sobre la inflación y sus posibles remedios han sido refutadas hace muchos años por Nicolasd Kaldor en su libro sobre “El azote del monetarismo”. Hoy nadie quiere recordarse de la carta que Margaret Thatcher le escribió a Friedman para intimarle del fracaso de su política en UK, igualmente existe una amnesia voluntaria de la denuncia del servicio de estudios del Banco Central de Inglaterra sobre la manipulación de datos del “Papa” del monetarismo elemental etc. El porqué de esto es clarísimo, sus tesis servían de justificación ideológica para los intereses clasistas que en su época monopolizaban el “Estado”.

Ello bastaba, incluso para ser “Nobel”. Como sabemos el liberalismo tiene complejos aspectos tanto económicos (teñidos estos por intereses de clase) como de política ciudadana (de aspiración política normativa) en los que no podemos entrar. Lo que ha sido totalmente desacreditado es el conjunto de mitos del “mercado” entre los más importantes el primero, derribado en los hechos y en las instituciones académicas, fue el de que su ritmo de equilibración (“Clearing” en inglès) era rápido, después se fueron encontrando “defectos o fallos” y campos sociales en los que sus mecanismos no operaban, algunos tratadistas subrayaron el aspecto de poder entre los desiguales actores en su poder social y político, su influencia y su capacidad de manipulación mercadotécnica etc.

El mito de su estabilidad ha sido cuestionado hoy por grandes especuladores, como Soros que nos dice que los mercados se desbocan o desenfrenan (“oveshoot” en inglés) generando recurrentes desequilibrios tal como nos lo advirtiera ayer Minsky (cuyas tesis hoy son expuestas por diversos e importantes autores en www.levy.org) o Kindleberger, antes de ayer Keynes, y una larga lista de escritores críticos, que comprende a todos los marxistas, los evolucionista, institucionalistas etc. Entre muchos tratadistas recordaremos el luminoso libro de M. Pereleman: “The natural instability of markets”, del año 1999.

¿Hasta qué punto se ha quedado el sistema internacional desnudo, vacío, sin un esquema o, como diría Soros, sin un paradigma de análisis y de justificación ideológica?
Hace mucho tiempo que Marx nos señalara la plasticidad ideológica y múltiple que podía corresponder a una misma formación social. En tanto en cuando las clases que ostentan el poder del estado en la cúpula del sistema no se vean alteradas no faltarán ideólogos que tratarán de proveer de una justificación académica a la incólume estructura. Hace pocos días fustigaba Krugman (en el New York Times) un artículo en el que se invocaban semi-olvidados conceptos como el patikiniano “efecto de los balances reales” (que favorece el mito de mercado) o el

efecto de desplazamiento (o en inglés “crowding out”) que propone la inactividad del estado como peligrosas teorizaciones que ya se comenzaban a esgrimir. No, no tendremos escasez de defensores del sistema, eso sí menos elementales que Friedman. Los Sargent, Lucas, Barro, el mismo Don Patinkin , y otros muchos pueden servir, sobre todo si Obama demuestra ser un buen centrista.
Todo lo que dices lo comprendo pero: ¿Acaso no han sido siempre en los periodos de duda incertidumbre y crisis cuando los pensadores más independientes y críticos ha hecho sentir su voz?
En efecto eso es cierto; extraigo esta ficha y te leo una cita de una carta de F. Engels a Conrad Schmidt fechada en Octubre de 1890:
“El mercado monetario puede también experimentar sus propias crisis, en las que las perturbaciones en el sector industrial jueguen solamente un papel subordinado o nulo en la crisis, en este contexto mucho queda aún por ser conocido y analizado… tan pronto como las transacciones en dinero se desvinculas del intercambio de mercancías,…adquiere unas características y evolución propias, y se rige en sus diferentes fases por leyes determinadas por su propia naturaleza.”
Hoy nos hallamos en ese punto en el que nos falta mucha información sobre la articulación entre una crisis financiera (cuyo carácter cuantitativo se desconoce por una labor de ocultación egoísta y sistemática por parte de sus actores) y una recesión a escala mundial a la que se superpone. Muchos expertos (desconociendo que siguen el consejo de Engels) tratan de diferenciar las perturbaciones originadas en el campo financiero en el que muchas veces se insiste en una repetición de los evidentes y conocidos instrumentos por lo que esta se ha llevado a cabo (desregulación, financierización, apalancamiento creciente y globalización de operaciones y actores, etc. Magníficamente descritos en los múltiples artículos del Levy Institute) de una tendencia cíclica típicamente capitalista que siempre ha afectado a lo que se ha dado en llamar la “economía real”. Es claro que si las perturbaciones financieras han afectado menos a ciertos países ello ha sido porque la tendencia a la desregulación ha experimentado positivos retrasos. Como nos decía el ante citado Pereleman : “Gracias a una combinación de buena fortuna y a un residuo de ciertas prácticas, costumbres, e instituciones no hemos aún sido testigos de una repetición de la Gran Depresión”. Añadiremos que hoy muchos tratadistas estiman posible esta repetición, en cuanto a la impermeabilización realizada por ciertas instituciones de supervisión bancaria, diremos lo siguiente: Quizás el Sr. Botin pueda explicarnos, con relación a nuestro “institucionalmente residual” país, las concomitancias de ciertas ventas de “hedge funds”, inocentemente recomendados, y la pirámide “ponziana” del eminente y admirado experto financiero Bernard Lawrence Madoff.
Es evidente que la profundidad y extensión analítica de lo que ocurre, o se cree que ocurre, requeriría una enorme tesis de doctorando de que soy incapaz. No obstante necesario es mencionar ciertas opciones, no sin cierta ironía, o como dicen en Italia “cum grano salis”:
La primera tesis de miope alcance economicista no señala el que se ha producido un desequilibro, a diferentes niveles entre ahorro e inversión. La equivalencia vulgar, si se me permite es el decir que la galopante cirrosis hepática de un paciente se debe a que su hígado no funciona adecuadamente olvidándose de la vida de borrachera del paciente.
Otra tesis repetida ad infinitum que llamaría de predicación ética o mejor de moralina nitzscheana señala la avaricia y mendacidad de los actores claves en el proceso. Subrayemos que esta descripción no es falsa pero que se queda corta, naturalmente si disfrutásemos de una sociedad en la que prevaleciese un amor comprensivo, activo y sustantivo hacia el prójimo no podría existir explotación ni alienación individual ni colectiva. Cristo, Buda y Kant, en cierto modo tenían razón.

Existe otra tendencia, más profunda, a señalar las locura e inanidad de ciertas políticas económicas del “Centro”, principalmente los EE. UU., que señala que su aparente prosperidad en los terrenos nacional e internacional son debidas a políticas favorecedoras de la creación de sucesivas burbujas, alimentadas por el imperialismo deudor, es decir: crédito expansivo y descontrolado (propiciado por Greenspan y los conservadores en el poder) y el privilegio exorbitante (De Gaulle dixit) del señoriage internacional basado en el dólar como fundamental moneda de reserva y de transacciones internacionales, que ha permitido a EE.UU. altísimos niveles de endeudamiento. En su esencia este análisis es correcto per no traspone la barrera política de sobre que actores lo han provocado, es decir excluye el elemento político. Esto es exactamente el corazón de esta crisis.Acabemos esta sección citando libremente a Graham Turner en su libro: The credit crunch.

El problema va más allá.

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